¿De dónde parte?
El punto de partida del proyecto de la Democracia Inclusiva es que el mundo, a principios del nuevo milenio,
afronta una crisis multidimensional (económica, ecológica, social, cultural y política) causada por la concentración
de poder en manos de diversas élites como resultado del establecimiento, desde hace dos siglos, del sistema de economía
de mercado, la “democracia” representativa y las formas relacionadas de estructuras jerárquicas. Dado que la causa última
de la crisis radica en la concentración de poder que se reproduce gracias a las dinámicas del actual marco institucional,
la salida lógica de esta crisis pasa por la redistribución del poder mediante la construcción de un nuevo marco institucional
que asegure la soberanía de la ciudadanía, esto es, la democracia.
¿Qué significa?
El modo habitual en que el significado de democracia se ha distorsionado y desvirtuado ha sido confundiendo el actual
sistema oligárquico dominante de la “democracia” representativa con la democracia misma. Sin embargo,
un sistema en el que el poder es acumulado en pocas manos y en que la ciudadanía no tiene la posibilidad de decidir
directamente sobre los asuntos de la vida pública, es un sistema oligárquico, aunque se llame a si mismo “democrático”.
Democracia no significado otra cosa que el ejercicio directo de la soberanía por parte de la ciudadanía, o lo que es lo mismo,
la autodeterminación de la sociedad mediante la distribución igualitaria del poder entre todos sus miembros.
¿Qué incluye?
La Democracia Inclusiva es una nueva concepción de la democracia que toma como punto de partida el significado clásico de este término,
pero, a diferencia de otras concepciones democráticas anteriores, incluye a toda la población e incluye las cuatro dimensiones fundamentales
de la sociedad : la política, la económica, la social y la ecológica. En relación a estas dimensiones, podemos distinguir entre cuatro
componentes que constituyen los elementos fundamentales de una democracia inclusiva: la democracia política, la democracia económica,
la democracia ecológica y la democracia en el ámbito social.
¿Qué representa?
La democracia inclusiva representa una síntesis de las tradiciones democrática-autónoma y socialista -que inspiran su contenido político y económico,
es decir la democracia directa y la democracia económica- con los movimientos contemporáneos para la emancipación -que inspiran su contenido
ecológico y social, es decir, la democracia ecológica y la democracia en el ámbito social. A la vez, la democracia inclusiva representa
una superación de estas tradiciones y movimientos en el sentido de que trasciende lo que cada una de ellas
ha planteado por separado.
¿Qué implica?
La Democracia Inclusiva implica la abolición de la desigualdad en la distribución del poder político y económico y de las estructuras
institucionales que la reproducen, así como de las estructuras jerárquicas en el hogar, el lugar de trabajo, el centro educativo y en la
esfera social en general. En otras palabras, implica la eliminación de las relaciones de dominación entre los seres humanos, así como la
idea implícita de dominar el mundo natural. La construcción de esta nueva forma de organización social implica también un proceso de crear
y controlar nuestras propias instituciones y los valores correspondientes, retomando colectivamente las riendas de nuestra sociedad y nuestra comunidad.
¿En qué se fundamenta?
El fundamento del proyecto de la Democracia Inclusiva es la elección responsable por la autonomía y su expresión en la democracia,
una elección que no es trivial ni arbitraria, ya que escogemos la autonomía (individual y social) en primer lugar porque la identificamos
con la libertad y consideramos esta el objetivo humano supremo y, en segundo lugar, porque hoy podemos mostrar claramente como la humanidad
pasa por una crisis generalizada sin precedentes en la historia y cómo esta crisis tiene sus raíces precisamente en la falta de autonomía,
es decir, en la inmensa y creciente concentración de poder en pocas manos que se reproduce gracias a las dinámicas de las actuales instituciones
económicas y políticas. Por lo tanto, tenemos muchas razones para escoger la autonomía de forma consciente y responsable y justificar en base a
esta elección el proyecto de una democracia inclusiva.
¿En qué consiste?
La Democracia Inclusiva consiste en la creación de nuevas instituciones y cultura en todos los ámbitos de la sociedad: político, económico, social y ecológico.
Así, la democracia política consiste en la creación de instituciones de democracia directa en el ámbito político, de tal modo que todas
las decisiones importantes sean tomadas por asambleas municipales de ciudadanos, confederadas en ámbito regional, nacional y finalmente
en el ámbito continental y global mediante delegados que coordinan y implementan las decisiones tomadas por las asambleas municipales
y pueden ser inmediatamente revocados por estas. La democracia económica consiste en la creación de instituciones de propiedad colectiva de los recursos productivos
(es decir, las fuentes de la riqueza social) y un control colectivo de estos por parte de las asambleas de ciudadanos, con el objetivo de satisfacer
las necesidades básicas de toda la población, así como de asegurar la plena libertad de elección individual por lo que hace al trabajo y al consumo,
mediante un sistema de planificación democrática y de vales personales que sustituye la economía de mercado/monetaria. La democracia en el ámbito
social consiste en la creación de instituciones de autogestión en los lugares de trabajo, así como en las instituciones educativas y culturales (medios de comunicación,
universidades, arte, etc.) que dirigen su propia actividad acorde con los objetivos generales establecidos por las asambleas de ciudadanos y tomando
en consideración las preferencias de los ciudadanos como productores y consumidores. Finalmente, la democracia ecológica implica la creación de unas instituciones y
una cultura que aseguren la reintegración de la sociedad con la naturaleza, lo que requiere que el objetivo de la actividad económica ya no sea el crecimiento
económico constante, que resulta ecocatastrófico, sino la satisfacción de las necesidades de toda la población de modo que se consiga una verdadera calidad de
vida que sólo una relación armoniosa entre la sociedad y la naturaleza puede garantizar.
¿Qué propone?
La democracia inclusiva no sólo trata de ofrecer una visión realista y deseable de una sociedad alternativa, que realmente es necesaria hoy en día,
sino también una estrategia a largo plazo y un programa a corto plazo que nos puede hacer avanzar hacia esta sociedad. El camino hacia esta nueva
forma de organización social pasa por la construcción de un movimiento político de masas con el objetivo de cambiar la sociedad a través de auténticas
vías democráticas, empezando aquí y ahora. Un movimiento de este tipo debería apuntar explícitamente a un cambio sistémico, así como también un cambio
paralelo en nuestros sistemas de valores, a través de una estrategia de transición. Esta estrategia conlleva una implicación gradual de un número
cada vez mayor de personas en un nuevo tipo de política (la política entendida como la autogestión de la sociedad por parte de sus miembros) y
una transferencia paralela de recursos económicos (trabajo, capital, tierra) fuera de la economía de mercado hacia un nuevo sector económico controlado
democráticamente y poseído colectivamente por la ciudadanía.
¿A quién se dirige?
La Democracia Inclusiva apela a todos los grupos sociales que potencialmente forman la base de un nuevo sujeto emancipador y
que se podrían unir con una visión compartida del mundo, un paradigma común, que vea la causa última de la presente crisis multidimensional en las actuales
estructuras que aseguran la concentración de poder en todos los ámbitos, así como en los sistemas de valores correspondientes. Dada la amplia perspectiva
del proyecto para una democracia inclusiva, este se dirige prácticamente a todos los sectores de la sociedad: a las víctimas del sistema de la economía de
mercado en su actual forma internacionalizada, es decir, los desempleados, los que reciben salarios bajos, los trabajadores ocasionales, los agricultores en vías
de extinción, etc.; a los ciudadanos que están alienados por el actual arte de gobernar que se hace pasar por “política” y que ya reivindican el derecho a
la autodeterminación mediante diversos grupos locales y comunitarios; a los trabajadores y subordinados que están explotados y alienados por las estructuras
jerárquicas en el lugar de trabajo; a las mujeres que están alienadas por las estructuras jerárquicas tanto en el hogar como en el lugar de trabajo y que
anhelan una familia democratizada basada en la igualdad, el respeto mutuo, la autonomía, la responsabilidad y la toma de decisiones compartida;
a las minorías étnicas o raciales que están alienadas por una “democracia” estatista discriminatoria que divide la población en ciudadanos de primera y
de segunda clase; y finalmente, a todas las personas que se preocupan por la destrucción del medio ambiente, la pérdida de biodiversidad y el deterioro
acelerado de la calidad de vida.
¿Cómo empieza?
Para empezar a construir esta nueva forma de organización social es preciso, en primer lugar, poner en funcionamiento una Organización para la
Democracia Inclusiva formada por grupos de acción autónomos y locales. Esta Organización tendrá como objetivo la creación de una consciencia
democrática alternativa, a través de la intervención política así como de actividades culturales, con el fin último de contribuir al desarrollo de un amplio movimiento político de transición hacia una Democracia Inclusiva.
Un primer paso en esta dirección podría ser la creación de grupos de estudio que proporcionen la oportunidad de aprender y reflexionar colectivamente
sobre los distintos aspectos de la Democracia Inclusiva, incluyendo el aspecto crucial de la estrategia y las tácticas.
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